domingo, 4 de septiembre de 2011

Somalia, Descontrol y Desolación



Daniel Merchán M.

El llamado Cuerno de África conformado por Somalia, Yibuti, Eritrea, Etiopía y parte de Kenia tiene en su totalidad una de las situaciones más alarmantes de los últimos tiempos, especialmente en la República Somalí que no solo padece la ya conocida piratería en su mar territorial, sino que atraviesa una de las crisis alimentarias más graves debido a una destructora sequia, sin precedentes desde hace más de 60 años, lo cual amenaza directamente la vida de más de 12 millones de personas, que sin la intervención pronta de la comunidad internacional perderán cualquier esperanza de subsistencia en el futuro inmediato.



Tras una larga guerra civil, el país se encuentra de facto dividido en pequeños estados y facciones independientes, sin un poder que lo gobierne en su totalidad. Es considerado un Estado fallido por diversos medios de comunicación. Pero como los desastres no suelen venir solos, la situación tiende a agravarse: la región de Somalia más afectada está controlada por el grupo fundamentalista islámico Al Shabab, el mismo que la CIA vincula de manera directa con Al Qaeda. Ante el anuncio de la ONU de alertar sobre un desastre humanitario, el grupo radical ha reiterado que este es un tema coyuntural derivado de la situación de sequía y por lo tanto no van a permitir el ingreso de organizaciones que vayan a llevar ayuda humanitaria o a paliar la grave situación de salubridad, pues, para dicho grupo radical, la ayuda es una excusa encubierta para “llevar espías y promover agendas políticas”. Por lo pronto, el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas atiende a 1,5 millones de somalíes y espera duplicar sus esfuerzos, para lo cual con toda seguridad tendrá que transar con los líderes de Al Shahab, so pena de acrecentar la ya de por sí caótica situación.



Sin embargo el mal que se extiende por el Cuerno de África no es el hambre normal que sufren más de 1.000 millones de personas en todo el mundo, sino una crisis alimentaria que cobra dimensiones de catástrofe. La gente muere huyendo de ella, los niños fallecen, luego de caminatas a pie que duran semanas, antes de llegar al campamento de refugiados de Dadaab porque están completamente debilitados. Llegan de Somalia o de Etiopía, uno de los países más pobres del mundo, cuyos habitantes luchan desesperadamente contra el hambre. El 20 de julio, Naciones Unidas declaró oficialmente la hambruna en dos regiones del sur de Somalia, siendo la primera vez que se declara en casi treinta años. Durante la hambruna de Etiopía de 1984 murieron un millón de personas. Se cree que ya murieron alrededor de diez mil personas en el sur de Somalia antes de que la situación fuera declarada. Y alrededor de 29 mil menores de cinco años, según cálculos de Estados Unidos. El 3 de agosto, la ONU declaró la hambruna en otras tres regiones mas al sur de Somalia, considerando un empeoramiento de las condiciones y una inadecuada respuesta humanitarias.




En el caso específico de Somalia, el despliegue masivo de ayuda humanitaria en el terreno por medio de organizaciones acostumbradas y autorizadas a trabajar en el país es la única solución viable para ayudar lo mejor que se pueda a las personas afectadas por esta catástrofe mayor. Además, se necesita una gran coordinación y cooperación cercana entre todos los actores dentro y fuera del país. Al mismo tiempo que se implementan estas operaciones de emergencia, se tiene que dar cuanto antes una respuesta a las causas subyacentes de esta crisis, sobre todo para dar la posibilidad a las poblaciones afectadas de plantar y cosechar durante la próxima estación de lluvias (enero de 2012), reconstituir su capital ganadero, la principal fuente de recursos para las familias, rehabilitar puntos de agua y desarrollar otras fuentes de ingresos para disminuir su dependencia de las condiciones climáticas.

Twitter: @Daniel_Merchan