miércoles, 12 de enero de 2011

Tíbet: Misticismo, Autonomía y Exilio.



Daniel Merchán M

Si algo describe a las regiones, es su conducta o manera de ser, comportamiento e integración con el resto del Mundo, una de estas zonas especialmente particular es el Tíbet, un territorio que envuelve un sinfín de sentimientos llevados profundamente por la espiritualidad y búsqueda de la paz, así como en sus confines quizás se esconda la verdadera existencialidad, pero a su vez representando un símbolo incólume de resistencia pacifica, lucha, exilio, ocupación, derechos humanos. Foco de mitos, pensamientos y experiencias vividas y por vivir.

El Tíbet es una región autónoma del sudoeste de China, enclavada en el Asia Central, cuya capital es Lhasa. Conjunto de tierras de gran elevación (más de 4.500 m), rodeada de las cordilleras de mayor altitud de la Tierra. En el concepto occidental "Tíbet" puede referirse a Región Autónoma del Tibet o RAT (una subdivisión administrativa de la República Popular China), o al Tíbet histórico que consiste en las provincias de Amdo, Kham y U-Tsang. La población es eminentemente budista, aunque el porcentaje de religiosos ha disminuido desde la invasión de China. La lengua mayoritaria es el tibetano. En Tíbet se encuentra la mayor cima del mundo, en la frontera con Nepal, el Monte Everest.



Sin embargo, La República Popular China se anexionó el Tíbet a principios de los 50, creando un conflicto enquistado durante más de medio siglo. Alrededor de 1´2 millones de tibetanos han muerto como resultado directo de la invasión y ocupación china del Tíbet. Hoy en día, es difícil encontrar una familia tibetana que no tenga al menos uno de sus miembros muerto o encarcelado por este flagelo. En 1956 estalló una primera rebelión anti China en dos provincias fronterizas de población tibetana, que fue reprimida de forma sangrienta. En 1959 un levantamiento popular apoyado por el ejército se enfrentó a las tropas chinas, que respondieron violentamente hasta la total ocupación del país.



Desde 1642 hasta 1959 los Dalai Lama ostentaron además el poder temporal en el Tíbet. Al morir cada Dalai Lama, los monjes (lamas) del Monasterio Amarillo designan a su siguiente reencarnación en un niño de corta edad, interpretando una serie de signos con arreglo a su religión; no se trata, por tanto, de una dinastía de monarcas hereditarios, sino de la máxima magistratura personal de un régimen teocrático. En el interregno entre la muerte de un Lama y la mayoría de edad del siguiente, el Monasterio ejerce directamente el poder designando a un regente, al tiempo que se ocupa de la educación del futuro jefe.

El ultimo y actual Dalai Lama (Tenzin Gyatso) consiguió huir a la India con unos 70.000 exiliados tibetanos, mientras Mao ponía en el gobierno del Tíbet al Panchen Lama (al que sin embargo no consiguió manejar a su gusto y encarceló en 1964). En 1982 Deng Xiaoping invitó a regresar al Dalai Lama, que prefirió permanecer en el exilio, dedicándose a preservar en el norte de la India, Nepal, Bután y Sikkim la cultura tibetana destruida por las autoridades chinas en su país de origen, al tiempo que asumía públicamente los ideales de la democracia y el pacifismo.



Desde entonces ha venido testificando en todos los foros internacionales la pérdida de la soberanía de su nación, pero «se ha opuesto al uso de la violencia y ha propiciado soluciones basadas en la tolerancia y el respeto mutuo, con el objetivo de preservar la herencia histórica y cultural de su pueblo». Esta última cita textual pertenece al comité del Parlamento noruego que le concedió el premio Nobel de la Paz en 1989. En 1990 publicó su autobiografía, Freedom in Exile.



Por sobretodo esto, hay que reconocer y admirar que, la tradición tibetana es muy antigua, rica, sutil y de una gran belleza. La cultura tradicional tibetana es inseparable de la religión y es depositaria de la más profunda sabiduría budista, destilada durante siglos por la experiencia de generaciones de practicantes que, siguiendo a Buda, dedicaron su vida al estudio de la mente y de la esencia de la realidad. Cuidar y mantener viva esta manera de entender el mundo y el ser humano es algo que sin duda beneficiará a todas las generaciones futuras.



Durante estos últimos años, de acuerdo con las estipulaciones de la Constitución y la Ley de Autonomía Regional Etnica, y a fin de satisfacer la exigencia del pueblo tibetano de gozar de un nivel de vida material y espiritual más elevado, el Gobierno Popular Central y el gobierno popular de la región autónoma del Tíbet, al tiempo que impulsaban el desarrollo social y económico de esta región, han invertido numerosos recursos humanos, financieros y materiales, y han adoptado múltiples medidas legales, económicas y administrativas para proteger y dar mayor brillantez a la esplendorosa cultura tradicional de la etnia tibetana e implantar y desarrollar de forma decidida la ciencia, la cultura y la educación modernas, cosechando éxitos que han polarizado la atención mundial. Dueño de esta nueva época, el conjunto del pueblo tibetano se erige en heredero, impulsor y beneficiario de su cultura tradicional, y crea una cultura y una forma de vida civilizada y moderna, propiciando así, la llegada de una época de prosperidad y desarrollo de la cultura tibetana sin precedentes.

Twitter: @Daniel_Merchan

domingo, 2 de enero de 2011

Humanidad, Centro de Lucha de Valores.



Daniel Merchán Mendoza

La humanidad en su conjunto posee virtudes y defectos, producto del conocimiento de su historia, comportamientos y expresiones, aunque bien ha sido lacerada más por el peso de sus errores que por el logro definitivo de sus aciertos; ética, solidaridad, amor, respeto, responsabilidad, esperanza, entre muchos otros, son valores seriamente comprometidos, sobretodo el ultimo, que a pesar de ser el más difícil de perder, se muestra cada día más distante. Así como la luz que al final del túnel ya no figura inextinguible, sino por el contrario apunta a desvanecerse.



El planeta, la sociedad, el pueblo, la raza, cualquiera de estos términos que buscan englobar el sentido y manifiesto colectivo de todo un mundo, en torno a la practica de sus valores y más allá de las ideologías o pensamientos, nos invita en su realidad a reflexionar sobre las carencias de nuestra comunidad, que a la final nos pertenecen como consecuencia inherente de lo que somos y no de lo que podríamos ser.



Y que eterno dilema ese, el de ser o no ser, pero la verdad es que no es fácil encontrar la más autentica esencia de nuestra existencialidad, aquella que en justa medida debe enmarcarse en los valores para no caer en el debate de la moralidad y sus aristas inexactas, si no, que pudiera ser al final moral?: la perdida de la educación, la destrucción de nuestros recursos naturales, la violencia intrafamiliar o de genero, la mortalidad infantil, la pobreza extrema, la ausencia de integración y comprensión, las guerras o conflictos inacabables. Que cosas tiene el destino, todos ellos máxima expresión de lo socialmente inmoral y contentivos en algo que se ha llamado objetivos o metas del milenio, que estableció el pacto del 2000 para alcanzar o lograr mejoras en cada una de ellas a 2015, pero que la evaluación del PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) reconoce como materia en retraso y pendiente de parte de la totalidad del mundo y en formación para el futuro.




Ya sea la Ética una razón para regular la conducta del hombre dentro de un parámetro social, codificado o no codificado, o sea la moral la limitante imperfecta de la psiquis cultural, es la voluntad por mucho trecho el factor y catalizador determinante para un cambio en positivo, de tantos y diversos ejemplos: desde la crianza de un niño, la relación con la biodiversidad, la evolución profesional, el éxito empresarial bien concebido, las políticas de estado, el constructo y esfuerzo del trabajo diario, e la simple pero inmensamente colosal paz interna e integral, en puntos que quizás son tan conexos como abismalmente diferentes en el trazo de sus caminos, pero inabdicables en el honor que representan, una vez son entendidos como claras e ilustres victorias de la virtud y no del defecto, citando a José Ortega y Gasset en una frase que recoge esta filosofía y mucho más: “La Vida Cobra Sentido, cuando se hace de ella una Aspiración a no renunciar a Nada”.

Twitter: @Daniel_Merchan

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio