viernes, 29 de mayo de 2009

El Rumbo desafíante de Corea del Norte.



Daniel Merchán M.

La situación actual indica un peligro latente de conflicto armado percibido bajo el ala de Corea del Norte, y es que Corea del Norte ha llevado a cabo la segunda prueba nuclear del país, más potente y con un mayor dominio de la tecnología que en la primera ocasión, en octubre de 2006. El régimen comunista norcoreano había amenazado el pasado 29 de abril con llevar a cabo una prueba nuclear después de que el Consejo de Seguridad de la ONU hubiese condenado su lanzamiento de un cohete de largo alcance el pasado 5 de abril que ocasiono un choque diplomático con Japón al haber vulnerado el espacio aéreo de la nación nipona en el trayecto recorrido por tal dispositivo.

Por su parte el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas condenó por unanimidad el último ensayo nuclear realizado por Corea de Norte, afirmando que se trató de una "clara violación" a una resolución aprobada en el 2006 tras la primera prueba atómica de Pyongyang. En respuesta, Corea del Norte anunció su retiro de las negociaciones encaminadas a frenar su programa nuclear y que reanudaría el funcionamiento de las instalaciones nucleares que había deshabilitado durante las negociaciones. De una u otra forma el tono sigue elevandose y Norcorea ha declarado que ya no está sujeta al armisticio de 1953 con Corea del Sur y la amenazó con un ataque militar, lo que representa una escalada de la tensión tras el segundo ensayo nuclear. El régimen comunista indicó que considera “una declaración de guerra” la decisión anunciada por su vecina Corea del Sur de unirse a la Iniciativa de Seguridad contra la Proliferación (PSI).



Lo importante a destacar es que existen propuestas alternativas para acabar con esta realidad profetizadora del desastre, ya que la figura de negociación de seis bandas en la cual participaban China, Rusia, las dos Coreas, Estados Unidos y Japón siempre han ofrecido ayuda económica, garantías de seguridad de Washington y electricidad gratis procedente de Corea del Sur a cambio de que el Norte desmantele su programa de armas nuclear, lo cual lamentablemente no pudo ser logrado durante más de seis años de arduas conversaciones que no alcanzaron a cambiar la opinión de una renuente Corea del Norte. La obligación de la humanidad hoy pasa por seguir insistiendo en el cese de la actividad nuclear, que en cualquiera de sus presentaciones refiere un inmenso peligro para la sociedad en general, en este caso en especifico El Ministerio de Defensa de Rusia informó que la explosión tuvo una fuerza equivalente a la bomba lanzada por Estados Unidos contra la ciudad de Hiroshima en agosto de 1945, de entre diez y 20 kilotoneladas. Asimismo, precisó que el artefacto fue 20 veces más potente que el de hace dos años y medio.



Al poner a prueba un aparataje nuclear, Corea del Norte emitió una fuerte amenaza al orden nuclear mundial. Una de las claves de tal orden es el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, con el cual los países no poseedores de armas nucleares se comprometen a no fabricarlas ni adquirirlas, y se someten con ese fin a la fiscalización de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA). A cambio, los países que poseen tales armas deben realizar negociaciones serias para eliminarlas de sus arsenales en todo el mundo y ofrecer también tecnología y materiales nucleares a los países que no las tienen. Pero las grandes potencias nucleares se han negado a contenerse y a reducir sus arsenales, para no hablar del desarme, a pesar de que la Corte Internacional de Justicia con sede en La Haya sentenció en 1996 que estaban obligadas por el derecho internacional a la eliminación completa de esas armas. Lo resaltante ante toda esta enigmática y preocupante situación es sin duda alguna el desarrollo y mantenimiento de las agendas de la paz, que son pieza vital en el objetivo común de evitar a toda costa consecuencias catastróficas que resulten sumamente dañinas para la integridad de nuestra muy inestable y convulsionada sociedad global.

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