domingo, 31 de enero de 2010
Chile en Viraje Alternativo.
Daniel Merchán M.
Lo ocurrido en Chile en referencia a la victoria de Sebastian Piñera como nuevo presidente de la republica, hasta hace algunos meses parecía algo imposible de imaginar, sobretodo por la gran fuerza e influencia que ha tenido la izquierda democrática en ese país luego de la caída del régimen establecido por Augusto Pinochet. La denominada “Concertación” que no es más que la alianza de todos los partidos y movimientos de tendencia izquierdista, había dominado los destinos chilenos sin encontrar un rival realmente preocupante hasta los actuales momentos, ciertamente la división que invadió a estos grupos a la hora de presentar candidaturas a la presidencia chilena definieron los resultados en detrimento de su más cercano contendor: el ex presidente Eduardo Frei, quien ha pesar de contar con el apoyo del partido del gobierno saliente y de la presidenta Michelle Bachelet quien abandona el cargo con altos índices de popularidad en algunos casos superiores al 80 %, no han podido evitar la derrota obtenida por su representante en esa jornada crucial.
Sebastián Piñera se convirtió de esa manera en el presidente electo de Chile, como cabeza de un histórico triunfo de la derecha, que desde 1958, cuando fue elegido Jorge Alessandri, no llegaba a La Moneda por la vía de las urnas. En la segunda vuelta electoral, Piñera, hijo de un diplomático y doctor en Economía por la Universidad de Harvard (EEUU) y cuya fortuna ha sido calculada en unos 1.000 millones de dólares, alcanzó, según los cómputos oficiales, el 51,61 por ciento de los votos, contra un 48,38 por ciento del oficialista Eduardo Frei. "El país quiere un cambio, ha virado a la derecha", dijo el ministro del Interior, Edmundo Pérez Yoma, el primer representante del gobierno de Michelle Bachelet que admitió el triunfo de la coalición por el Cambio, integrada por los partidos Unión Demócrata Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN), mucho más conservadores que Piñera, según los observadores. Piñera, de 60 años, planteó durante la campaña electoral un aumento de los incentivos al sector privado para acelerar la recuperación económica tras la recesión y disminuir el paro. Estas posiciones favorables a la empresa privada, sin embargo, le han granjeado antipatías entre los sindicatos y le obligarán a gobernar con un Congreso muy fragmentado, pero con una visión de país que recibe un Estado lleno de experiencias positivas en los últimos años sobretodo en el plano económico, Chile cuadruplicó su Producto Interior Bruto (PIB) hasta los 172.000 millones de dólares en el 2008, y de forma paralela a los avances económicos, el país redujo la pobreza desde cerca del 40 % de la población en 1990 al 13 %.
La victoria de Piñera transmite dos señales básicas al conjunto de Latinoamérica: la primera es la independencia del voto, porque pese a la altísima popularidad de la presidenta Bachelet, lo mismo que ocurre con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, sus candidatos deben brillar con luz propia para que haya transmisión de intención de voto. Y la segunda es la promoción de la cultura democrática: que pese a contar con tendencias que ostentan durante un largo tiempo el ejercicio del poder, bajo ese valor adquirido también se permite realizar cambios alternativos que respondan a la solicitud de la población y que más allá de las diferencias políticas otorguen a cada país la posibilidad de modificar: tendencias, fuerzas y gobiernos, en justa rotación para la preservación del Estado como único interés supremo.
El Estado Chileno han dado una lección de civismo, realmente han llegado a puntos de encuentro que son difíciles de alcanzar, quizás porque los pueblos signados por firmes tragedias en el pasado, tienen sobre ellos mismos la especial obligación de aprender y evolucionar en beneficio de todos, sabiendo que se pueden tener diferencias sobre muchas cosas, pero que los puntos en común hacen más fuertes y grandes el presente y futuro de las Naciones, A menudo se confunde una buena comunicación con un eficaz ejercicio de la hipocresía. Sin embargo, las buenas formas durante el cambio de manos del poder en Chile propician y revelan a la vez una admirable madurez democrática y política.
domingo, 24 de enero de 2010
Haití copado de Penurias
Daniel Merchán M.
En momentos en que el desastre se apodera de una de las naciones de nuestro apreciado caribe y de la extensa América, hay que valorar los resultados y daños que han ocurrido y ante todo desarrollar la capacidad suficiente para iniciar el rescate de un país que ha estado durante años sumergido en la pobreza y en un sin fin de penurias que no le permiten surgir como estado, es hora de demostrar el fraternalismo del que tanto se habla en nuestros países y aportar la ayuda disponible para cambiar y encaminar un nuevo inicio de la mejor manera posible, en una sociedad que pareciera haber recibido un destino resignado al dolor y el sufrimiento con muy pocas opciones y esperanzas.
El terremoto de magnitud 7,3 en la escala Richter, registrado a 15 kilómetros de Puerto Príncipe, la capital de Haití, liberó una energía equivalente a la explosión de 200.000 kilos de trinitrotolueno (dinamita), según expertos en geología. Un sismo de 7 en la escala Richter provoca destrucción masiva, con deslizamiento de terrenos que sepultan cualquier población. El Instituto Geológico de Estados Unidos ha asegurado que es el más potente sufrido en el país en 240 años. Los daños al gobierno y la cifra de muertos todavía no se han calculado, pero la destrucción en la capital Puerto Príncipe ha costado numerosas vidas y ha destruido instalaciones, incluyendo oficinas del gobierno.
La situación de los niños, niñas y mujeres en Haití era de gran vulnerabilidad antes de que el terremoto golpeara la isla. Haití es uno de los países más pobres del mundo, ocupa el lugar 148 de 179 países según el índice de desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y está en constante lucha para recuperarse de años de violencia, inseguridad e inestabilidad mientras lidia con un desastre natural tras otro. La distribución de ingresos de Haití es altamente desigual: solamente uno de cada 50 haitianos tiene ingresos fijos, Igualmente desigual es el acceso a servicios básicos: cuanto más pobre son los niños de la isla, menores posibilidades tienen de tener acceso a sus derechos más fundamentales. Demasiados son los niños, niñas y mujeres en Haití que deben luchar a diario por sus derechos a necesidades básicas como la nutrición, el agua potable, la educación y la protección contra la violencia.
Haití también tiene el segundo índice más alto de densidad demográfica en el hemisferio occidental. Se estima que un 46% de la población tiene menos de 18 años de edad, por lo cual la lucha de los niños y niñas haitianos se redimensiona a lo largo y a lo ancho de la sociedad con serias consecuencias para el futuro desarrollo de éste país. Los efectos de este último desastre natural, posterior a una devastadora temporada de huracanes en 2008 de la cual el país aún no se había recuperado, serán catastróficos. El hacinamiento y el limitado suministro de agua potable y saneamiento, más allá de ésta emergencia, acarrean un alto riesgo de enfermedades contagiosas que sólo se potencia durante catástrofes naturales combinándose con dificultades en la entrega de suministros básicos.
Sean cuales sean las razones por las que la naturaleza nos ha demostrado en Haití nuestra vulnerabilidad ante ella y su inmenso poderío, la reflexión que debe hacerse es frente a nuestra condición humana en este mundo, quizás el planeta este respondiendo en la misma medida al cómo lo agredimos, quizás sean horas para evidenciar nuestra capacidad de ayuda y respuesta ante las crisis inesperadas, quizás debamos entender que tenemos que crecer todos los países juntos y no dejar de un lado a aquellos que tienen menos condiciones de hacerlo, cualquiera que fuese el motivo, la meta es y debe ser el de persistir en la lucha continua por la conservación de la vida de cada uno de los seres que tenemos el placer de habitar este singular hogar al que llamamos tierra, y así recordar un excelente proverbio ruso para estas ocasiones en particular: “caer esta permitido, levantarse es obligatorio”.
miércoles, 6 de enero de 2010
Largo Camino después de Copenhague.
Daniel Merchán M.
Luego de haber vivido las intensas jornadas de Negociación en Copenhague producto del reto global para derrotar al tan temido cambio climático, las conclusiones de la publicitada reunión no dieron precisamente en el punto exacto para colmar las expectativas que sobre ella se habían generado, es decir luego de Copenhague y todo lo que significó, aun quedan muchos caminos por recorrer.
A pesar de las enormes presiones, las grandes esperanzas y los esfuerzos de último minuto de gobernantes de 128 países, todo concluyó en un vago texto titulado Acuerdo de Copenhague. La promesa de “sellar un pacto” climático fue pospuesta al menos un año más. Los insuficientes compromisos de algunos países, y las posiciones de algunas potencias emergentes resultaron irreconciliables. A partir de ahora, todos los esfuerzos que se emprendan para detener el avance del cambio climático tendrán un carácter dramático porque el tiempo ha culminado.
De hecho, el acuerdo más relevante, Es el texto que afirma que los países industrializados deberán aportar anualmente 72.000 millones de euros a partir del año 2020 en ayudas para que los países más desfavorecidos puedan prepararse para el cambio climático. Se empezaría en el 2010 por una cantidad menor y se iría subiendo progresivamente, aunque no se establece un reparto de cuotas. A corto plazo, en el periodo 2010-2012, serán 21.000 millones de euros. La UE se había comprometido a poner 7.300 millones; Japón, otros 7.700, y Estados Unidos anunció 2.500 más. El texto no especifica ni quién aportará los fondos que faltan ni quién los recibirá.
Desde los aspectos formales del resultado principal de la Cumbre hasta los contenidos, se quedan muy por debajo de las expectativas y de las necesidades de la lucha contra el cambio climático establecidas por la ciencia. La COP únicamente “toma nota” del texto presentado, que: no incluye compromisos concretos y cuantificables de reducción de emisiones para los países industrializados, ni conjuntos ni individuales, ni en el horizonte de 2020 ni en 2050; no existe garantía de que la financiación de los países del Norte a los del Sur sea adicional a los compromisos de Ayuda Oficial al Desarrollo; y deja el trabajo para más adelante a pesar de que los presentes en esta ocasión eran quienes se supone toman las decisiones en el mundo.
También ha quedado claro que el objetivo de lucha contra el cambio climático es seguramente el primer desafío que afecta a toda la humanidad, y que por tanto requiere la acción conjunta y el entendimiento entre los países desarrollados y los países en vías de desarrollo. Ha quedado también patente un nuevo reparto de poder en el escenario internacional, en el que Europa ha mostrado su ambigua irrelevancia como actor internacional mientras EE.UU. habla con China de igual a igual. Un nuevo mapa geopolítico en el que el gigante asiático, verdadera nueva potencia mundial, lidera el grupo de potencias emergentes formado por India, Rusia y Brasil.
Las conversaciones internacionales para poner coto al cambio climático se iniciaron en 1994, por lo que un año más de discusiones podría parecer intrascendente, pero no es así. En diciembre del 2007, en la cumbre de Bali, los países del mundo acordaron una «hoja de ruta climática» que debía concluir en Copenhague con un tratado ambicioso para reducir las emisiones. La ciudad de Copenhague se convirtió en el símbolo del cambio hacia una sociedad menos dependiente de los combustibles fósiles, Se hablaba de una nueva revolución verde. Pero las aspiraciones se han postergado de nuevo, así que no queda otra vía sino seguir trabajando para colocar en el futuro cercano de este nuevo año las esperanzas renovadas y la voluntad anhelada en el fin de conseguir los verdaderos acuerdos globales para poner fin a este caótico problema, y que quizás encuentren el escenario clave en la cumbre de México 2010 relativa especialmente al cambio climático.
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