miércoles, 1 de octubre de 2008

Cuando la Naturaleza Amenaza.



Daniel Merchán M

En un mundo tan cambiante y ajetreado como el nuestro, incluso la naturaleza ha decidido tomar protagonismo, parecía ser suficiente con las guerras en curso, las debacles económicas, la pobreza mundial, el descontrol de enfermedades y un de por si planeta revolucionado, para que ahora nuestro grandioso entorno natural haya decidido hacerse sentir. En 2005 el huracán Katrina se convirtió en uno de los fenómenos climáticos más devastadores en los registros históricos mundiales, ocasiono durante su paso, la muerte de más de 1800 personas y daños materiales con costos superiores a los 75 mil millones de dólares, además del movimiento de miles de desplazados que tuvieron que abandonar sus hogares principalmente en la ciudad de Nueva Orleans, con el único fin de ser evacuados para resguardecerse de los grandes embates del poderoso huracán.

Con un antecedente de este tipo tan cercano, no es de extrañar que la sociedad entera muestre su preocupación en los momentos en que pareciera reeditarse una nueva versión de este trágico hecho, la aparición del huracán Gustav en los últimos días, despertó las alertas y recuerdos bajo la sombra de un nuevo temor, a partir del surgimiento del mismo, se pudo ver la intensificación de este fenómeno tropical que a través de su paso por el caribe dejo varios muertos y cuantiosas perdidas, hasta el punto de alcanzar el nivel de categoría 4 en la clasificación. Ciertamente este elemento climático ocasiono un gran revuelo mientras estuvo activo, al punto de paralizar por momentos la aguerrida campaña electoral que se realiza en los Estados Unidos, y hallamos podido ver gestos de unidad entre los candidatos rivales, en torno a la necesidad de estar unidos como país en defensa y ayuda de las victimas del huracán, dejando de un lado el escenario político. O por ejemplo incluso podrían verse las muestras humanitarias de ayuda a los países caribeños en momentos que han sido críticos para ellos.

A la final Gustav mantuvo su paso por el Caribe y las Costas Americanas, afortunadamente su daño fue menor del que se esperaba, las expectativas acerca del grado de destrucción que generaría el mismo habían aumentado, quizás por su intermitente pero fuerte poderío y la reciente pesadilla vivida con el desastroso Katrina, lo cierto es que por benevolencia de nuestra madre naturaleza se logro superar este nuevo reto del clima con algunos resultados positivos, encontrado a las fuerzas del hombre mejor preparadas, unidas y efectivas, con la promesa de no repetir errores y mantenerse en alerta para futuros eventos, producto esperemos, de una lección aprendida.

Nuestro gran planeta ha decidido emprender una serie de cambios en el ecosistema, desde poderosos huracanes, olas de calor, lluvias torrenciales que generan inundaciones, hasta Terremotos y Maremotos que originaron por ejemplo el trágico Tsunami de 2004. Es tarea primordial del hombre enfrentar estos nuevos fenómenos naturales y salir lo mejor parado que se pueda de ellos, porque tal vez, ese gran hogar al que llamamos Tierra, nos este enviando con cada nueva manifestación natural que se presenta, grandes señales del daño que le estamos haciendo, y que para restituir el orden de nuestro entorno ambiental, el cambio debe partir, en la manera de vivir y en el cuidado que estamos llevando con la grandiosa pero frágil madre naturaleza.

Un nuevo desafío se presenta, ahora en el horizonte se divisa el huracán Hanna, una señal más del planeta, símbolo del surgimiento de nuevas amenazas, miedos y temores, una nueva oportunidad para demostrar que tan capaces somos de sobrevivir en este hospitalario pero alterado mundo. Sin duda la tormenta pasará y luego vendrá la calma, pero sin pasar mucho tiempo otro reto del clima aparecerá, lo bueno de esto, es que siempre nos quedará la firme esperanza, de que después de la tenue oscuridad, alcanzaremos de nuevo a mirar la tranquilizadora y esplendida llegada, de la radiante luz del sol.

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